o es una novedad que las anécdotas de los pescadores son una exquisita combinación entre la realidad y la ficción. Quién no escuchó alguna vez de boca de uno de ellos cuestiones tales como: "¡No sabés la que se me escapó! Parecía un tronco". En esta oportunidad y según cuenta la leyenda, el día se presentaba algo nublado y un viento fresco procedente del sur batía las aguas del río y con su danza arrachada dificultaba de alguna manera la maniobra de casteo. Nuestro amigo Luis, popularmente conocido como el "Pelado Mac", no cejaba en su intento por lograr que el peso de la línea que trasportaba a su mosca preferida alcanzara una distancia considerable confiando en que su señuelo se deposite sobre el agua con la delicadeza y precisión suficientes para tentar al pez. Y de pronto ocurrió todo lo contrario a lo esperado: el pescador terminó pescado. Seguramente algún día se contará, "¡No sabés qué pedazo de bicho que sacó la mosca del "Pelado Mac"! En fin, gajes del oficio.