ste día, la goleta “Allen Gardiner” arriba a la caleta Wulaia, en la isla Navarino, y Wammestriggins, hijo de Orundellico (Jemmy Button), se apresta a reencontrarse con su familia, luego de haber realizado un viaje a la sede anglicana de las islas Malvinas. Pero, “al constatar que su padre no salía a recibirlos y con los rumores que había escuchado en las escalas que hicieron, que decían que los yámanas estaban muriendo en grandes cantidades, bajó alarmado a la choza de Jemmy. Su madre le narró la muerte del padre, lo que produjo un incontrolable llanto en el joven (…) y le contó que el cadáver de Jemmy estaba enterrado bajo la grava, esperando buenas condiciones para ser cremado en la playa, probablemente al día siguiente” (Francisco Hervé. Soy Jemmy Button el salvaje).
El fallecimiento de Orundellico se produjo por la profunda depresión que le había generado el secuestro de una de sus hijas por parte de unos marinos españoles, quienes se habían acercado a la costa buscando agua potable. La imagen descuidada del barco y las “ropas muy sucias y harapientas, con botas remendadas y llenas de barro y escamas de pescado” que portaban los tripulantes, hizo que le despertaran malos presagios cuando decidieron desembarcar para cargar agua en sus barriles.
“Jemmy los siguió en su canoa. Llegó antes que ellos a tierra e intentó ocultar a Lassweea (su esposa) y a Passawullacuds (su hija) en el bosque. La maniobra no pasó inadvertida para los intrusos. Al poco rato ya estaban agarrando a la niña y forzándola a seguirlos hacia el bote. Lassweea recibió un golpe en pleno rostro al resistirse. Jemmy fue mantenido a raya con golpes que casi lo aturdieron. No pudo impedir que se llevaran a su hija, la que pedía ayuda a gritos, pero nadie podía auxiliarla. Jemmy intentó seguirlos en su canoa”, pero, “al salir a aguas menos protegidas, el oleaje lo fue dejando inexorablemente atrás” (op.cit.).
Unas semanas antes, habían partido con los anglicanos siete jóvenes parientes y el secuestro de su hija adolescente dejaron muy reducido a su grupo familiar, y no pudo recuperarse de la depresión que le provocó.
La muerte de Orundellico también generó un cambio en la estrategia de los misioneros anglicanos. Desecharon establecerse en Wulaia, debido a que el yámana era una pieza clave para poder introducirse en la comunidad canoera, y decidieron radicarse en Ushuaia.
