ste día, llega a costas patagónicas Catherine Roberts Davies, la primera mujer galesa en habitar y morir en el sur argentino. Sus restos fueron identificados un siglo y medio después, tras veinte años de investigación.
La mujer integraba el primer contingente de galeses que se aventuró a radicarse en la Patagonia. Desembarcaron “del velero Mimosa, tras dos meses de viaje, pisaba el suelo argentino acompañada de sus hijos y de una tripulación de 153 galeses” (Pablo Esteban. Página 12, 23/9/2015)
Al poco tiempo, “Catherine se enfermó y murió, aunque su historia recién comenzaba a escribirse. En 1995, un habitante de Punta Cuevas (sur de Puerto Madryn) halló un conjunto de restos óseos y de allí en adelante, nada fue igual en el Centro Nacional Patagónico (Cenpat-Conicet)”. Un equipo multidisciplinario se dispuso a “develar el misterio. Debían comprobar a quién pertenecían esos huesos y buscar a los descendientes; anudar los hilos de la historia con la infalibilidad de la genética. Devenidos detectives, fueron a Canadá e, incluso, cruzaron el Atlántico hacia Gales para comprobar el origen de ese esqueleto vagabundo”.
Los escritos de los colonos galeses “describían la existencia de un pequeño cementerio de seis o siete personas fallecidas tras el desembarco. Un grupo de niños y la primera mujer adulta, llamada Catherine Roberts. Sin embargo, luego, los galeses dejaron Madryn para expandirse hacia Rawson. La zona fue abandonada y las sepulturas quedaron cubiertas de arena”, explicó Silvia Dahinten, doctora en Ciencias Naturales, integrante del equipo que resolvió el enigma.
Al explorar el lugar, “además del esqueleto, hallamos un anillo inserto en una falange de la mano izquierda, clavos y un botón de nácar”. Las pruebas permitieron determinar que se trataba de una mujer de entre 30 y 45 años y su muerte databa de la fecha del arribo de los galeses.
Tuvieron que armar “la genealogía de los descendientes y supimos que de los cuatro hijos que tuvo Catherine, sólo había sobrevivido uno que a los cuatro años había migrado a Canadá”. Luego, buscaron parientes en Gales y una mujer emparentada con la pionera galesa, fue la clave. Pudieron extraerle muestras y “su perfil genético coincidió con el de Catherine en un 99,8 por ciento” (op.cit.).
Así, pudo concluir el arduo trabajo al asignarle a Catherine Roberts una tumba con su nombre, 150 años después de haber fallecido.