lrededor de esta fecha, Jaime Gibbons y Salvador Harambour se proponen precisar el sitio que permitía a los nativos fueguinos aprovisionarse de la ‘piedra de fuego’, el mineral con el que encendían sus fogatas.
Tuvieron que investigar sobre los primeros registros de los europeos que tomaron contacto con los fueguinos.
El yámana Acwalisnán ofició en muchas oportunidades de baqueano de Thomas Bridges. Los ingleses estaban muy interesados en encontrar oro y hacían muchas preguntas sobre el tema, pero los nativos desconocían ese metal. Tanta insistencia hizo que Acwalisnán intentara satisfacer a los europeos. Creyó que sería la ‘piedra de fuego’, que ellos conocían como Iswoli, el metal dorado que obsesionaba a los ingleses.
El canoero “los condujo a una apartada bahía sin nombre (...) los guió por un estrecho sendero que se internaba entre los enmarañados bosques (…) que mostraba signos de ser un lugar de tránsito habitual (…), luego de caminar algunos centenares de metros, llegaron a un lugar donde el guía indígena les mostró la fuente” del preciado Iswoli (La Prensa Austral. Punta Arenas, 1/1/2016).
Los ingleses notaron que en la playa se amontonaban pilas de escombros de roca y masas redondeadas de sulfuros, evidenciando que el lugar había sido utilizado por un largo periodo en faenas extractivas. Sin embargo, no les llamó la atención que un pueblo (…) compuesto por pescadores, cazadores y recolectores, se hubiese dedicado, quizás por milenios, a faenas de minería”. Su decepción fue mayúscula, “decidiendo Bridges y sus acompañantes que dicho lugar, y lo que había en él, era de escaso interés y nulo valor comercial”.
El ‘Iswoli’ era un elemento vital para los nativos, pues era excelente para hacer fuego. Lo usaban “los alacalufes, y también onas y yaganes, era pirita (sulfuro de hierro), que los yaganes conocían como Iswoli. Para encender el fuego, frotaban o golpeaban un trozo de pirita maciza con un trozo de cuarzo, hasta producir chispas con las que encendían la yesca” (op.cit.).
La adaptación cultural hizo que el yacimiento quedara en el olvido. Gibbons y Harambour se propusieron esclarecer su ubicación y organizaron una expedición.
Finalmente, dieron con el lugar, que bautizaron Iswoli. A pesar del largo siglo que había dejado de ser la fuente de aprovisionamiento; todavía quedaban rastros de excavaciones para la obtención del mineral.