n su diario, María Sáez de Vernet, este día, escribe: “Nublado y gariado (sic) todo el día, los Capitanes comieron con nosotros, a la tarde prepararon los negros sus tamboriles y las negras se vistieron con su mejor ropa adornándose con los abalorios que les traje de B. Ayres, su baile es mui feo no se puede oír mucho tiempo los alaridos que dan todo el tiempo que dura el baile” (Laurio H. Destefani. Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur, ante el conflicto con Gran Bretaña).
El 30 vuelve a escribir: “”Jui buen día de Santa Rosa de Lima, y por lo que determinó Vernet tomar hoi posesión de la Isla en nombre del Gobierno de Buenos Ayres, a las doce se reunieron los habitantes, se enarboló la Bandera Nacional a cuyo tiempo se tiraron veintiún cañonazos, repitiéndose sin cesar el: ¡Viva la Patria! Puse a cada uno en el sombrero con cinta de dos colores que distinguieron a nuestra Bandera, se dio a reconocer el Comandante”.
Otro diario, en este caso, escrito por el capitán inglés Robert Fitz Roy, dio cuenta de su visita a la vivienda de la familia Vernet: “Su casa es larga y baja de un solo piso y paredes muy gruesas de piedra. Encontré allí una buena Biblioteca de obras españolas, alemanas e inglesas. Durante la comida se sostuvo animada conversación en que tomaban parte Mr. Vernet, su esposa, Mr. Brisbane y otros; por la noche hubo música y baile. En la habitación había un gran piano; la señora de Vernet, una bonaerense, nos dejó oír su excelente voz que sonaba un poco extraña en las Falklands, donde solo esperábamos encontrar algunos loberos”.
La población de Puerto Luis “no era fija, pues si parte de la misma se había afincado en el lugar, había pescadores, cazadores, científicos y comerciantes que vivían por temporadas o cortos espacios de tiempo”.
Los que se encontraban asentados eran “más de 120 personas, incluidas esposas, mujeres solteras y niños. Había algunas más cuando arribaban naves loberas o comerciales y exploradoras científicas y la población sumaba entonces dos o hasta tres centenares de personas”.
Había una intensa actividad “de los colonos destinados a las tareas de crear y reparar viviendas y barracas de abastecimiento de víveres y de pieles de lobo, elementos de labranza, ganadería y las actividades de pesca, caza de lobos, salazón de pescados, reparación de embarcaciones, etc. También se construían y reparaban corrales y galpones” (op.cit.).
