l monumento La Cruz de los Mares se desploma, producto de los intensos vientos que afectaron la zona de cabo Froward, el punto más austral del hemisferio americano.
Se trataba de “una estructura monumental de concreto armado de 21 metros de altura”, que fue inaugurada en marzo de 1944, a raíz de la realización del Congreso Eucarístico Nacional en Punta Arenas (El Magallanes. Punta Arenas, 28/8/94).
Fue una reedición del siniestro ocurrido en 1930, cuando una cruz de hierro de diez metros de altura también sucumbió a los vientos que azotaban el Cabo de Hornos. En este caso, había sido erigida por iniciativa del sacerdote Luis Héctor Salaberry para conmemorar los 1600 años del edicto del emperador Constantino reconociendo al cristianismo y fue inaugurada en diciembre de 1913.
A pesar de estos fracasos, hubo un tercer intento promovido por el contralmirante chileno Roberto Benavente Mercado. “El 5 de diciembre de 1992 se inauguró con impresionante solemnidad un monumento, conocido como ‘Cape Horn Memorial’. Representa a un albatros, ave típica de los mares australes que según la leyenda, encarna el espíritu de los marinos muertos… y muchos fueron los que cayeron en el intento de cruzar el temido peñón”. Tiene una altura de siete metros y un peso de 15 toneladas.
Para su construcción en la isla de Hornos hubo un aporte esencial realizado por “la Sección Chilena de la Cofradía de los Capitanes del Cabo de Hornos ‘Cap Horniers’, entidad que reúne a los valerosos navegantes que algún día vencieron al ‘monstruo’ del fin del mundo”.
El origen de la mala reputación que adquirió la navegación por el punto de confluencia de las aguas de los océanos Atlántico y Pacífico, se debe a “su ubicación (55 grados 58 minutos latitud sur. 67 grados 13 minutos longitud oeste), en las cercanías del Polo Sur, las condiciones climáticas inestables, el viento, el frío y las fuertes corrientes son elementos que configuran, de por sí, una escenografía a la que no pocos desearían evitar. No en vano más de mil embarcaciones han zozobrado en el área, desde su descubrimiento”, hace 404 años.
Los veteranos marinos destacan “los bruscos cambios que experimenta el área, bastando de cinco a diez minutos para que la calma se torne en un temporal desatado. Las olas se elevan desordenadas y en todas direcciones, con alturas impresionantes, convirtiéndolas en verdaderas montañas de agua” (op.cit.).