iertas veredas de nuestra ciudad funcionan como magníficos testamentos al arte del abandono.
¿Para qué hacer muestras de arte, museos o parques temáticos antárticos, cuando tenemos un espectáculo permanente de escombros y desechos?
Es realmente un talento especial convertir nuestros paseos en un safari urbano de obstáculos: desde colchones, cuatris vintage abandonados adornando las esquinas hasta la última colección de plásticos decorativos esparcidos con cuidada precisión.
Los turistas, seguro se maravillan ante nuestra habilidad para integrar basura con la arquitectura local.
Porque, claro, nada dice "ciudad turística de primer nivel" como un recorrido temático de desperdicios. Si el objetivo es impresionar, lo estamos logrando, aunque tal vez no de la manera que pensábamos.