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a Gendarmería Nacional allanó anoche por orden de la Justicia Federal la vivienda del presunto represor que concedió un reportaje con identidad reservada al programa televisivo Punto Scotia, de Canal 11 de Ushuaia, en el que aludió haber presenciado crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura.
El sujeto, que habló de espaldas a la cámara, con voz distorsionada y un gorro oscuro en la cabeza, resultó ser Manuel Ángel Cambeiro, de 55 años y empleado de una empresa de seguridad, según confirmaron fuentes oficiales al cierre de esta edición.
Cambeiro se resistió primero al allanamiento realizado en su domicilio de la calle Los Cauquenes 870, por orden del juez federal Federico Calvete. Por ello fue esposado e imputado de resistencia a la autoridad, aunque el magistrado no dispuso finalmente su detención.
Según trascendió, la medida judicial no tenía por objeto apresar a quien dijo haber visto cómo torturaban y ejecutaban a detenidos en un centro clandestino de la provincia de Córdoba, en la década del 70, pero la situación cambió cuando el hombre adoptó una actitud hostil ante los gendarmes y se negó a que registraran su vivienda, la que habita en compañía de una mujer.
Como consecuencia, los efectivos lo inmovilizaron y procedieron a realizar la medida. Tampoco se permitió el ingreso al lugar de un hermano del hombre que se presentó en la casa.
La causa había comenzado tras la denuncia que presentó el martes 6 de septiembre la legisladora de Encuentro Popular Elida Deheza, luego de haber visto la noche anterior el primero de los tres programas de Punto Scotia dedicados a la dictadura.
Deheza se presentó ante la fiscalía Federal que comanda el fiscal Juan Soria y solicitó que se investiguen los dichos del presunto represor.
De inmediato empezaron a sustanciarse una serie de medidas tendientes a identificar a la persona, lo que se logró a las pocas horas, y luego a corroborar algunos de los datos que se mencionaban en el crudo de la entrevista cedido por el productor del programa, Juan Pablo Castro, a la Justicia.
Al parecer, así se constató que efectivamente Cambeiro había revestido en la Fuerza Aérea desde el grado de conscripto, aunque su edad genera algunas dudas respecto de su relato televisivo. Tenía 19 años en 1974, cuando se supone que, de acuerdo a sus dichos, participó del alzamiento militar contra el gobernador cordobés Obregón Cano.
El allanamiento practicado anoche persiguió el objetivo de hallar elementos que permitieran complementar lo narrado por el sujeto en el reportaje de incógnito, aunque aún no se pensaba en resolver su detención, indicaron las fuentes consultadas por este medio.
Las autoridades comandadas por el fiscal Soria secuestraron en el lugar documentación, fotos de la época investigada, equipos de informática y teléfonos celulares.
Otro capítulo
La novedad judicial se produjo el mismo día en que Canal 11 puso al aire el segundo capítulo de Punto Scotia sobre la dictadura, entre las 22 y las 22.30.
Como había adelantado EDFM, el supuesto represor profundizó en esa edición el tenor de sus revelaciones. Allí dijo que durante su incursión en centro clandestino de Córdoba, en calidad de “custodia” y como subalterno de la Fuerza Aérea, vio varias mujeres embarazadas de menos de 25 años, y que en un caso observó a un militar cuando le cortaba el cordón umbilical a un recién nacido con “la bayoneta de un fusil FAL”, antes de que la criatura fuera envuelta “en ropa militar” y tanto la madre como el hijo fueran trasladados del lugar para “no ser vistos nunca más”.
Sobre el centro de detención, aclaró que estaba ubicado en el subsuelo de una casa “común, de familia”, y que había un salón donde cabían cinco personas tiradas de cada lado y quedaba un espacio en el medio por donde “caminaba un custodia que ejecutaba gente si le pedían ir al baño”.
También habló de los “ejecutores” apodados “tarado”, “loco” y “caco”, que siempre “limpiaban de noche”, habitualmente “usaban barba” y que por la falta de luz “era difícil identificarlos”.
En otro pasaje de la entrevista, se refirió a la dos veces que vio en Córdoba a Alfredo Astiz, y lo definió como “frío, soberbio y calculador. Alguien que parecía no tener sangre y al que todos le tenían mucho respeto”. Y además de narrar casos puntuales de desaparición forzada de personas (un cura y dos médicos de apellidos Busi y Medina) en la última entrega del ciclo televisivo tendrá frases peyorativas para los ex combatientes de Malvinas, al sostener que “no son mejores que yo”.