Estudian los restos de una ballena varada en la Península Ushuaia
Científicos del CADIC llevan adelante la investigación

Estudian los restos de una ballena varada en la Península Ushuaia

15/07/2012
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ías pasados se produjo el varamiento de un ejemplar macho juvenil de Ballena Jorobada (Megaptera novaeangliae) en la playa suroccidental de la Península Ushuaia. Posiblemente el varamiento se habría producido entre el domingo 8 y el lunes 9 de julio, según reportó el ingeniero Manuel Cupeiro (autor de las fotografías), quien se desempeña en la estación VAG, contigua al lugar.
La doctora Natalie Goodall, investigadora del CADIC–CONICET y Directora del Museo Acatushún, ha confirmado que se trata de un individuo de 8 metros, que fue depositado por efectos de la marea pero que por el estado en que fue encontrado habría muerto con anterioridad. Y aunque no pueden establecerse las causas de su muerte, los investigadores intentarán determinar las causas de su deceso.
Para ello, se iniciaron las tareas por parte de un grupo de biólogos del CADIC junto a colaboradores voluntarios, con el fin de llevar a cabo la necropsia (remoción de tejidos blandos) a través de los cuales intentarán reconocer algunas características de esta especie de cetáceo, que constituye el primer ejemplar hallado completo en las costas fueguinas.
El trabajo tomará cierto tiempo ya que a las difíciles condiciones meteorológicas imperantes por estos días, hay que adicionar los condicionamientos de la pleamar, que no permite el acceso a la playa donde se halla el especimen.
Encabezados por las doctoras Natalia Dellabianca y Luciana Riccialdelli, ambas biólogas y becarias posdoctorales del CADIC–CONICET, junto a las licenciadas María Constanza Marchesi, quien desarrolló su tesis de licenciatura como becaria del Museo Acatushún y Natalia Paso Viola quien también trabaja en su tesis doctoral como becaria del CADIC–CONICET, más otros colaboradores, han iniciado la ardua tarea de llevar a cabo la limpieza de los tejidos blandos.
Todo ello, se llevará a cabo con ayuda de herramientas y de la manera más rápida posible, con el objeto de evitar que el estado de descomposición destruya valiosa información que les será útil para sus investigaciones.
Asimismo se ha sumado el apoyo logístico de parte de la Secretaría de Desarrollo Sustentable y Ambiente de la provincia, desde la Dirección de Áreas Protegidas y Biodiversidad, donde se destaca la participación de Andrea Romero, Silvia Gilgli, Miguel Isla, guardaparques, brigadistas, como así también personal técnico del Aeropuerto.

Cómo continúa el trabajo

Una vez finalizada esta etapa, el esqueleto será transportado a las instalaciones del museo para su limpieza final, la cual tendrá lugar durante el próximo verano, tarea que posiblemente tome varios meses.
Además de los tejidos blandos, los huesos contienen mucha información de gran interés para las investigaciones que permiten conocer en mayor detalle datos sobre la historia de vida de la especie en estudio.
En general, los cetáceos son difíciles de estudiar, en parte por el medio en el que viven, ya que no es tan accesible para los investigadores como el medio terrestre. La mayor parte de la información disponible se basa en observaciones desde embarcaciones –lo cual cubre una breve etapa de la vida de un mamífero– o a partir de ejemplares que, como en este caso, se hallan de manera casi fortuita varados en las costas.
La importancia de este varamiento radica en que por un lado, al tratarse de un especimen juvenil, es de interés para quienes estudian ballenas en su primera etapa de vida; por otro, será el primer ejemplar de su especie que ingresará completo a la colección del museo, donde existen dos esqueletos incompletos.
Tierra del Fuego es un sitio estratégicamente ubicado con respecto a la Corriente Circumpolar Antártica, donde la abundancia de plancton atrae gran cantidad de cetáceos. La particularidad de que la porción austral de Sudamérica representa uno de los pocos territorios emergidos en las inmediaciones de dicha corriente favorece el varamiento de cetáceos en sus costas que, en la mayoría de los casos, consisten en ejemplares muertos.

Colección prolífica

La doctora Goodall se halla impedida de llegar al sitio debido a que está recuperándose de una intervención quirúrgica, pero esto no es obstáculo para que sea ella misma quien dirige la operación. Su vasta trayectoria en esta temática – recolección de restos de aves y mamíferos hallados muertos en toda la Tierra del Fuego – la convirtió en la fundadora y Directora del proyecto “Aves y Mamíferos Marinos Australes” que tiene su sede en el Museo Acatushún, en la Estancia Harberton, 90 km al este de Ushuaia. La colección del museo cuenta con más de 2.500 esqueletos de aves de la región y más de 2800 de mamíferos. Todos ellos recolectados por iniciativa de Goodall quien comenzó a hacerlo hace 50 años, cuando un cetáceo varó frente a la bahía donde se encuentra el casco de la estancia, su lugar de residencia. Natalie Prosser llegó a Tierra del Fuego soltera, formó su familia con Thomas Goodall y se radicó en esta provincia, siendo la Estancia Harberton su lugar de residencia.

Experiencias anteriores

Desde hace más de veinte años la Natalie Goodall logró sistematizar el trabajo y junto a su equipo de colaboradores recorren las costas de Tierra del Fuego en busca de esta clase de tesoros. El sitio por excelencia es la Bahía San Sebastián, ubicado en la costa nordeste de la isla, donde su bajofondo combinado con amplísimas mareas funciona como una “trampa” para los cetáceos. Al bajar la marea, algunos quedan varados y no sobreviven hasta que la próxima pleamar se produzca. Los meses de invierno son demasiado severos para trabajar al aire libre, por lo que las tareas de recolección deben llevarse a cabo entre octubre y marzo, aproximadamente.
El último varamiento de relevancia que se produjo frente a Ushuaia, donde son menos frecuentes que en San Sebastián, fue en el mes de junio de 2004, cuando un ejemplar de la especie Sei o Boreal (Balaenoptera borealis) varó en la playa, en inmediaciones del aeropuerto. En aquella ocasión, la doctora Goodall dirigió las tareas activamente, con la colaboración de becarios y otros investigadores del CADIC.
El ejemplar fue recuperado en forma completa y hoy su esqueleto se halla exhibido en el Museo Acatushún, en Estancia Harberton.