ste día, fallece a los 66 años, en la ciudad de Ushuaia, Rafaela Ishton. Había nacido el 1 de agosto de 1919, siendo sus padres los selk´nam Felipe Ishton y Petronila Tial, quienes todavía mantenían los hábitos culturales de su pueblo.
El diario “Clarín” publicó un obituario dedicado a la fallecida, titulándolo “Murió la última ona”, complementado con la volanta “Homenajes en Ushuaia”. Además de recordar algunos hechos de su vida, el artículo reflejo las palabras pronunciadas, en el acto de homenaje, por el entonces gobernador Adolfo Luis Sciurano, quien en un pasaje de su discurso afirmó: “a través de su lucha por recuperar parte de su tierra y por el orgullo de sentirse selk´nam, todos los que la conocimos, poco a poco nos convertimos en herederos inmemoriales de su cultura”.
El afán de presentar las defunciones de selk´nam como las “últimas” de su estirpe, se repitieron con Ángela Loij, en 1974, y con Virginia Choquintel, en 1999. Más allá del intento de aportarle espectacularidad a la infausta noticia, el término utilizado, implícitamente negaba la existencia de los numerosos descendientes que procuraban preservar su milenaria cultura.
Rafaela Ishton había sido bautizada en la “Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria. Misión Salesiana. Río Grande. Tierra del Fuego” el 1 de enero de 1920, según se indica en el acta de la ceremonia bautismal.
Creció en el contexto del proceso de agonía de su etnia, luego de las persecuciones y acosada por las enfermedades. Durante su adolescencia se produjeron continuas epidemias, que fueron diezmando a los selk´nam.
En esos años, los sobrevivientes fueron abandonando la vida nómade y adecuándose a las labores en las estancias fueguinas. Fueronrequeridos por sus habilidades y conocimiento de la geografía donde se desarrollaba la ganadería. Rafaela y su familia se afincaron en la cabecera del lago y se sumaron a esa actividad.
A partir de su fallecimiento, los sobrevivientes selk´nam tomaron su nombre como estandarte e identificaron a la entidad que bregó por el reconocimiento de sus derechos como "Comunidad Indígena Rafaela Ishton", que, además de la difusión de su cultura a través de muestras y disertaciones, logró la restitución de la reserva que se le había adjudicado en la década del veinte, durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear, en las cercanías de Tolhuin.
