ste día, arriba a Puerto Egmont la corbeta HMS “Clio”. El capitán John Onslow toma posesión formal del emplazamiento instalado, en 1766, en la isla Trinidad (Saunders en inglés), al noroeste de la isla Gran Malvina. La tripulación se abocó a reparar las ruinas del fuerte, que había sido destruido por las tropas españolas luego de expulsar a los ingleses.
En agosto de 1832 el primer ministro británico, lord Palmerston, por sugerencia del Almirantazgo, ordenó enviar al contraalmirante Thomas Baker, jefe de la estación naval sudamericana, la orden de retomar el control sobre el archipiélago.
Cinco días antes del desembarco, “el periódico porteño The British Packett, vocero de la colectividad británica en Buenos Aires y siempre con información seria, publicó la siguiente noticia: Con la base de cartas de Río de Janeiro, se asegura que la barca de S.M.B. “Clio” estaba lista para partir de Río de Janeiro el 27 último [de noviembre] con destino a Montevideo y las islas Malvinas para tomar “posesión soberana” de dichas islas, en nombre de Su Majestad Británica” (Arnoldo Canclini. Malvinas 1833).
El Almirantazgo británico había instruido al capitán Onslow sobre cómo debía actuar para cumplir con la misión, que consistía en marchar “con toda celeridad a Port Egmont con el propósito de ejercer los derechos de soberanía sobre dichas islas y de actuar en consecuencia como en una posesión perteneciente a la corona de Gran Bretaña”. Allí, debería restaurar los símbolos de la soberanía real “sobre las Islas Malvinas y, en caso de que ya no existiera el fuerte, edificar uno pequeño, colocando allí la bandera británica”.
El 28 de noviembre, le reiteró el objetivo, “agregándosele que debía quedar en Port Egmont durante diez días para esperar a la (nave) “Tyne”. La “Clio” zarpó de Río el 29 de noviembre a las seis de la mañana y al día siguiente Baker escribió al Almirantazgo mandando copia de las instrucciones dadas a Onslow y agregando que “habiendo llegado la “Tyne”, tocará Port Egmont en camino hacia el Pacífico” (op.cit.).
Unos días más tarde, la “Clio” ancló frente a Puerto Soledad. El comandante Onslow informó a José María Pinedo, marino argentino responsable del asentamiento, que se disponía a tomar la isla, y le ordenó que arriara la bandera argentina al día siguiente. Pinedo aceptó la imposición británica y se marchó hacia Buenos Aires.