Presos políticos radicales organizan su fuga de Ushuaia
EL 15 DE AGOSTO DE 1931

Presos políticos radicales organizan su fuga de Ushuaia

15/08/2019
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ste día, Néstor Aparicio comienza a organizar la fuga de Ushuaia de algunos radicales, que habían sido confinados por la dictadura de José Félix Uriburu. El intento sería acompañado por “Emir Mercader y Orestes Cassanello. La ayuda la recibieron de don Alfredo Barceló, en cuya casa se hospedaba Aparicio y del vecino Eusebio Cabezas”. También, colaboraron “con ellos el señor Lombardich, a quien el Dr. Mercader le había salvado la vida y el señor Mata a quien Aparicio”, le había asesorado como abogado. (Carlos Pedro Vairo. El Presidio. Ushuaia).
Los mencionados radicales habían arribado a Ushuaia el 15 de marzo, junto a Pedro Bidegain, Arturo Benavidez, Carlos Montes y Mario Cima, entre otros.
“El primer paso fue reunirse los tres, en el cementerio. El escape era arriesgado y las únicas provisiones que llevaban eran: una botella de aguardiente, galletas y unas latas de sardinas”. Luego, “caminaron hacia el sur. Primero siguiendo la ruta del trencito, en poco más de dos horas de caminata (…) se acercaron al mar, en esa zona se encontraron con don Eusebio Cabezas que iba a facilitarles la fuga acompañándolos hasta ubicarlos en la costa del canal. Después se quedaron solos y siguieron caminando siempre siguiendo el ruido del oleaje”.
Continuaron un día y medio la caminata. Agotados, decidieron encender un fuego y hacer un alto, corriendo el riesgo de ser detectados. Algunas horas después, “escucharon ruidos de cabalgaduras pero (…) los jinetes no eran gendarmes: eso los tranquilizó y cuando les dijeron que ya estaban en Chile y justamente en el campo del señor Miguel Serka hijo, que era quien los estaba esperando para ayudarlos, no podían creerlo”.
Tres horas después, “llegaron con tres caballos a buscarlos. La marcha fue muy dura por lo accidentado del terreno: primero llegaron al aserradero de la bahía de Yendegaia, y después de reanimarse con café y pan casero siguieron a caballo hasta la estancia de Serka; allí ya estaban seguros”.  
Al enterarse de la fuga, el gobernador José María Gómez habló con las autoridades chilenas para obtener colaboración para recapturar a los fugados. La respuesta fue que “si los fugados eran confinados políticos su país los protegería”. Como habían hecho, unos días antes, con Santiago Peralta, otro fugado rescatado de la isla Navarino.
El 22 de agosto los evadidos pudieron llegar a Punta Arenas y lograr el asilo chileno.

Autor : Bernardo Veksler
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