ste día, provenientes de las Malvinas, anglicanos de la Sociedad Misionera de la Patagonia, desembarcan en el sitio que luego sería conocido como Cañadón Misioneros.
Esta incursión, se proponía encontrar un lugar apropiado para instalar una misión, con el objeto de catequizar a las tribus tehuelches. A tal fin, dos misioneros, el alemán Teófilo Schmid y el suizo Juan Federico Hunziquer, llegaron provistos de todo lo necesario para instalarse durante un prolongado período de tiempo y fundar una colonia que propugne una integración con los nativos.
Poco después, la desilusión cundió entre los anglicanos y desistieron de tal empresa, a raíz de la llegada al lugar de una goleta lobera cuyos tripulantes, acostumbrados a traficar con los tehuelches, comenzaron su intercambio comercial suministrando a éstos aguardiente. El efecto alcohólico transformó la calma con que se desenvolvían los nativos hasta ese momento y, por la noche, todo se convirtió en un infierno para los misioneros. Ante el caos desatado, decidieron retirarse en el mismo buque que los trajo, quedando todo abandonado hasta el año 1873, cuando otros anglicanos retomaron la iniciativa.
En memoria de estos misioneros se dio al sitio el nombre de Cañadón Misioneros.
En el lugar, poco después, se concretó uno de los primeros emprendimientos productivos patagónicos. En 1872, inició actividades industriales el empresario francés Ernesto Rouquaud, que un año antes había recibido la aprobación del proyecto por parte del Poder Ejecutivo Nacional, para establecer un emprendimiento agro-industrial, y con ese propósito se le concedieron 70 leguas de campo. El emprendimiento preveía comenzar de inmediato con la puesta en marcha de una fábrica para industrializar el pescado, mediante el salado, y la obtención de aceite y harina.
El francés desembarcó junto a su familia con el primer contingente, en febrero, que también incluía un albañil, dos carpinteros, dos toneleros y veinte operarios para diversas tareas. Se construyeron primero las viviendas y luego siguieron con el resto del proyecto. Después de varios meses, terminaron la construcción de la fábrica y comenzaron con la actividad (Armando Braun Menéndez. Pequeña Historia Patagónica).
Dos años después, las dificultades generadas por el aislamiento y las tensiones limítrofes con los chilenos, decidieron a Rouquaud a abandonar el proyecto.