ste día, desaparece en el sur de Francia el avión pilotado por Antoine de Saint-Exupéry, un pionero de la aviación comercial patagónica y autor del famoso cuento infantil "El principito".
Saint-Exupéry era un aviador experimentado y estaba en una misión de reconocimiento para la fuerza aérea de la Francia Libre, el gobierno en el exilio fundado por Charles de Gaulle, en 1940, para luchar contra la ocupación de Alemania.
Durante décadas se desconoció el sitio dónde había caído el avión.
Pero en 1998, un pescador encontró, en el mar al sur de Marsella, un brazalete que llevaba su nombre y el de su mujer, Consuelo. Se trataba de un indicio de que el avión podría estar allí hundido.
Años después, cerca de Marsella, en el fondo del mar se hallaron los restos del avión P-38 Lightning de Saint-Exupéry.
A pesar de haber vivido solo quince meses en Argentina, la actividad que desplegó dejó un caudal enorme de historias y anécdotas. Dos días después de su arribo, ya estaba incursionado por el cielo patagónico. Su audacia lo llevó a la apertura de las rutas aéreas para la delegación argentina de la Compagnie Aeropostale Generale.
Su afán precursor, hizo que emprendiera la construcción de aeródromos y sumara al plantel de pioneros a los franceses Jean Mermoz y Henri Guillaumet, y a los argentinos Vicente Almandoz Almonacid y Rufino Luro Cambaceres.
El piloto francés llegó más allá del estrecho y alcanzó a sobrevolar la isla de Tierra del Fuego.
Su experiencia en Patagonia se vio reflejada en sus textos: “Aquí el sol se acuesta a las diez de la noche. Todo es verde. Aldeas sobre el césped. Y gente que de tanto apiñarse en torno, se vuelve tan simpática (…) Éramos recibidos como mesías en las pequeñas ciudades perdidas que de golpe acercábamos a la vida del mundo. El alcalde, rodeado de su rudo pueblo, no bien aterrizábamos nos daba la bienvenida con los brazos abiertos: ‘Puerto Deseado conocerá, gracias a usted, los beneficios de la civilización’. ¡Cómo nos rejuvenecía oír esa frase! ¡Qué pura sonaba, qué lejos del sentido mezquino que toma en las promesas electorales!” (Mario Markic. Revista Viva).
También dejó testimonio de su experiencia con los vientos patagónicos: “Cada vuelo es una victoria que asegura el siguiente”. Las inclemencias climáticas imponían varios días de vuelo para unir Buenos Aires con Río Gallegos. Saint Exupéry lo redujo a 17 horas.
Autor: Bernardo Veksler
