n la edición de este día, el diario La Nación informa sobre la declinación de la rebelión campesina en el oeste santacruceño. “La sublevación de los pobladores de la región chilena del lago Buenos Aires parece haber terminado” (Ernesto Maggiori. Voces de un pasado todavía presente).
La reacción de los pobladores, de las tierras aledañas al lago argentino - chileno, se había producido por abusos cometidos por los carabineros al pretender desalojarlos. Eso había generado desplazamientos hacia el lado argentino y despertado la solidaridad de campesinos de la zona. La violencia utilizada llevó a recurrir a armas de fuego para resistir el desalojo y se produjeron enfrentamientos.
Los grandes ganaderos habían instalado en los medios de comunicación la idea de que se trataba de bandoleros que cometían robos y asesinatos, pintando una situación de inseguridad distorsionada.
El mismo medio, el 30 de julio, había publicado la versión de un ganadero, cuyo nombre no se indicó, que era caracterizado como uno de los que “figura al frente de las más acaudaladas y progresistas empresas ganaderas de las tierras australes”. El entrevistado relató la existencia de un poblador violento que roba ganado a sus vecinos y los maltrata cuando les hacen los reclamos. Otro caso denunciado fue el de un almacenero de lago Blanco, que “al entrar en su casa, de regreso, recibió dos tiros de escopeta a boca de jarro. Falleció instantáneamente. Los asaltantes se lanzaron sobre los tres peones que allí había y a los tres le dieron muerte”.
Este cuadro de inseguridad planteado y la incursión de efectivos chilenos en territorio argentino, motivó el envío de tropas del ejército desde Buenos Aires.
El 28 de julio, La Nación publicó, de su corresponsal en Santiago: “Causa extrañeza los repetidos telegramas de Buenos Aires que hacen aparecer como bandoleros a los pobladores del lago Buenos Aires, todos colonos desposeídos que en su indignación acordaron resistir a las autoridades, ya que no se les hace justicia de otra forma”.
El 2 de agosto, la concesión de tierras, cuyo titular pretendía desalojar a los campesinos, había caducado y el “Congreso de Chile había reconocido los derechos de los humildes paisanos. La victoria era ahora política. Este era uno de los primeros antecedentes en que unos valerosos paisanos se sobreponían al atropello y la injusticia” (op.cit.).
