ste día, se produce un incendio en las instalaciones del antiguo frigorífico CAP, produciendo una destrucción de gran parte de las históricas instalaciones.
Para la población de esa ciudad, el frigorífico fue un ícono del desarrollo del poblamiento del norte de Tierra del Fuego, dado que su existencia fue anterior a la de la propia ciudad.
En 1917, había comenzado su construcción. Los estancieros tenían la necesidad de contar con instalaciones para aprovechar las oportunidades generadas en el mercado europeo, en el contexto de la Primera Guerra Mundial.
Poco antes, el Gobierno Nacional había autorizado el funcionamiento de la Compañía Frigorífica Argentina de Tierra del Fuego, una cooperativa de estancieros que fue constituida por los grupos Menéndez Behety, Braun, Bridges y Reynolds, entre otros.
Este establecimiento fue el primero destinado a la industrialización de carnes ovinas en Tierra del Fuego. Además, se dedicó a la fabricación de conservas, extracto de carne, curtiembre de cueros y lavado de lana.
La primera faena tuvo lugar en el año 1918 y se sacrificaron 149.161 animales en su mayoría corderos.
La actividad desplegada por el frigorífico aportó dinamismo a la evolución de la ciudad. Desde las líneas telefónicas hasta el servicio sanitario de la compañía asistieron a los antiguos pobladores de Río Grande.
En torno a sus instalaciones se nuclearon viviendas, una estafeta postal y central telefónica, convirtiéndola en el primer núcleo humano estable del norte fueguino.
Contaba con un trencito de trocha angosta que transportaba fardos de cuero y lana desde la estancia Primera Argentina hasta el muelle. La locomotora arrastraba una decena de vagones descubiertos sobre rieles de trocha angosta.
En 1940, la Corporación de Productores de Carnes (CAP) adquirió las instalaciones, las doscientas hectáreas del predio circundante, las centrales telefónicas que funcionaban tanto en el frigorífico como en Río Grande, la concesión y propiedad del muelle y la servidumbre del acueducto que los abastecía. Funcionó identificado con esa sigla hasta los años 80.
En los últimos años, su actual propietario César Vargas impulsó la puesta en valor de un sector del complejo, rehabilitándolo como museo y espacio de actividades sociales y gastronómicas manteniendo sus valores estéticos.
Fue distinguido como monumento nacional por el Decreto N° 064/99.