ste día, la barca ‘Ushuaia’ zarpa del puerto de Buenos Aires con destino al territorio de Santa Cruz. Transporta víveres para seis meses y tres jefes y oficiales, 128 peones de maestranza, familiares y cien presos destinados al primer presidio austral, que se iba a instalar en Cañadón Misioneros, próximo a Puerto Santa Cruz.
La inauguración de “un Presidio Nacional en Cañadón Misioneros, que pese a contar con ochenta soldados, numerosos funcionarios y un médico sobrevivió solo por tres años. Entonces los prisioneros fueron trasladados hasta la aislada Isla de los Estados” (Alberto Harambour. Soberanías fronterizas).
El proyecto de ocupación de los territorios australes que se incorporaron al país (la delimitación fronteriza con Chile pudo despejarse en 1881), pasaba por los emprendimientos ganaderos y por la colonización penal, inspirada en lo llevado adelante por el imperio británico en Australia
“Aunque en la discusión de los proyectos de ocupación penal no se evaluó el costo alternativo de una colonización con inmigrantes libres o contratados, hay un argumento económico que se desprende de este tipo de iniciativas. El desterrado debía ‘regenerarse’ por acción de la ‘naturaleza’, por medio del aprendizaje del trabajo productivo y la subordinación a la autoridad. Ese trabajo debía desplegarse en territorios apartados en beneficio no de sus víctimas o sus familias sino del Estado, el creador de la gran, y obligatoria, familia nacional. Con esa condena administrativa (en tanto el destierro poblador era una pena accesoria a la recibida judicialmente) la patria se alimentaría de una plusvalía acumulada como soberanía territorial”.
Cuando en 1896 se clausuró el presidio de Cañadón de los Misioneros, algunos de los reclusos e instalaciones fueron enviados al presidio de San Juan de Salvamento, en la isla de los Estados.
Tres años después, esta unidad penitenciaria fue trasladada a otro asentamiento en la misma isla, en Puerto Cook, al ser considerado un sitio más apto para la vida humana.
En Cook, las condiciones humanitarias no mejoraron sustancialmente y existía una elevada mortandad de presos.
Estas penosas condiciones de reclusión no cambiaron sustancialmente y las críticas que generaban fueron una fuerte presión para poner punto final a la experiencia penitenciaria en la isla de los Estados.
En 1903, se trasladó a Puerto Golondrina, en las afueras de Ushuaia.
Autor: Bernardo Veksler
