Incidente en la cárcel es calificado de atentado y sublevación
EL 1 DE NOVIEMBRE DE 1917

Incidente en la cárcel es calificado de atentado y sublevación

01/11/2023
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ste día, se produce en el Presidio de Ushuaia un incidente que es calificado de atentado por unos y de sublevación por otros. Se trata del ataque a un personaje tan influyente como odiado: Gregorio Palacios.

“Este hombre había ingresado como guardián y provenía del oficio de corralero (matarife). Fue ascendiendo y a medida que logró más poder influenciaba en los directores ya que lo consideraban un gran conocedor de la cárcel y de los penados” (Carlos Pedro Vairo. El Presidio de Ushuaia Vol. 2).  

La interpretación del suceso, según el periódico anarquista ‘La Protesta’, fue de sublevación, que fue reprimida a balazos por los efectivos penitenciarios. Entre los agentes identificó al “oficial Toribio Pereira, un ex penado, que, durante muchos años él, a su vez, fue oprimido y ahora libre se convirtió en un verdugo”.

Otra versión consideró que “en realidad fue un ataque al ‘Negro’ Palacios por parte del penado Germán López, que fallando en el intento de clavarle una ‘punta’ o ‘chuza’ (cuchillo improvisado que hacen los reclusos con distintos materiales metálicos); es atacado por Palacios y un penado”.

Otro recluso, de apellido Bejarano, “trató de interceder y persiguió al ‘negro’ Palacios hasta en frente de la Alcaldía”. Al llegar a este sitio especialmente custodiado, “los guardias desenfundaron y ambos (Bejarano y López) cayeron heridos. Bejarano fue a parar al cementerio y López, después de la atención del médico del establecimiento, fue enviado a una celda oscura”.

Palacios se encarga de consumar su venganza: “dispone que obstruyan el paso de la luz, del aire y del sol en la caverna de López. Se le pone una reja en la ventana para que no vea, para que no respire, para que no contemple más un rostro humano, ni un pedazo de cielo”.

Esta cita de ‘La Protesta’ continúa: “Quién sabe de qué antro sacó una bola gigante de hierro, pesadísima, lo atan con una gruesa cadena al tobillo. Así tendrá frío y no se podrá mover; de esa manera al andar tendrá que arrastrase, y arrastrar la bola; cada movimiento será un gemido, cada necesidad una angustia”.

Al recuperarse de sus heridas, “Palacios va a verlo; está López extenuado, exánime, clavado en el suelo, adherido a aquella monstruosa bola de hierro”.

Finalmente, López intenta suicidarse “tratándose de cortar las venas con un trozo de un plato”, no soportó más “las palizas y castigos a los que se lo sometió” (op.cit.).

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