El ‘ejército’ de Popper libra una batalla cerca del arroyo Beta
EL 8 DE ENERO DE 1889

El ‘ejército’ de Popper libra una batalla cerca del arroyo Beta

08/01/2024
E

ste día, los hombres armados -autorizados por el gobierno argentino para respaldar su incursión fueguina- que protegían la factoría aurífera, encaran una acción ofensiva para expulsar a los mineros que habían establecido su campamento a orillas del arroyo Beta. Ante la magra cantidad de efectivos que disponía, Julio Popper utilizó un ardid ingenioso: varios de sus uniformados eran “muñecos de paja, sin piernas, con palos en lugar de rifles y atados a sus cabalgaduras” (Diario Tiempo Fueguino. Río Grande, 19/4/1994).

Popper venía sufriendo una merma de su plantel laboral. “El grueso de los operarios había desertado para buscar oro por las suyas asociándose con chilenos, y estaban acampados en la orilla del arroyo”.

Entonces, “su gran ejército inicial de diecisiete hombres –que alcanzó a tener más de cincuenta y que él soñaba por miles-, se encontraba reducido (…) El resto había sucumbido, escapado, muerto o desertado. No aguantaron el frío, no soportaron la soledad, a Popper ni a su Reglamento. Huyeron o peor: se quedaron por ahí, buscando oro por su propia cuenta, engrosando así las filas de la creciente legión de sus enemigos a muerte” (Daniel Ares. Popper. La Patagonia del oro).

Una mañana, “llegó uno de sus gendarmes al galope desde Carmen Sylva, ahogado por la noticia de que más de veinte mineros oreaban en los arroyos del norte. Por supuesto que él había ordenado retirarse, pero no sólo no se fueron, sino que lo repelieron a balazos y se salvó de milagro”.

El rumano paso revista a sus hombres y sólo contaba con tres, cinco con su hermano Máximo y él. “Los arma con dos rémingtons, un máuser y un par de wínchesters. Dejan a Máximo a cargo del establecimiento y parten los cuatro rumbo a los arroyos del norte, y cuando llegan son ocho”.

“Son ocho, pero parecen más y los mineros cuando los ven se tiran sobre sus armas y empiezan a disparar, pero entonces Popper y tres de sus hombres desmontan y se ocultan mientras los otros cuatro siguen firmes sobre sus caballos, resistiendo la balacera como si no fueran balas, no mueren ni se caen…” (Ares).

Los mineros se vieron sorprendidos por “las siluetas de ocho jinetes armados que aparecieron en una colina cercana y provocaron un desbande general, entre tiroteos y estampida de caballos”, que permitió la huida de la mayoría, la rendición de unos pocos y la victoria del ‘ejército’ de Popper (Tiempo Fueguino).

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