n la edición de este día, el diario ‘La Unión’ de Río Gallegos publica un artículo sobre la situación crítica que viven los trabajadores australes, ocho años después de haberse producido los fusilamientos de los peones en huelga. El contenido fue reproducido de una publicación del diario ‘La Vanguardia’
“El objeto principal del mencionado artículo es lo que se refiere a la baja de los salarios. Baja que ha originado un hondo malestar, entre los productores de dicha zona. La que, unido al problema de la desocupación, agravado con las dificultades porque atraviesan actualmente las industrias madres hacen poco menos que imposible la vida en aquella para el obrero del campo. Dice entre otras cosas, el diario mencionado: ‘según informaciones que nos merecen completa fe, en la zona cordillera del mencionado territorio los trabajadores están atravesando una situación sumamente difícil, casi desesperada, a raíz de la gran escasez de trabajo y la disminución de los salarios” (Fondo de la Gobernación de Santa Cruz, citado por Miguel Auzoberría y otros en Historia de la clase obrera en Santa Cruz 1900-1946).
Hasta tal punto esta situación era crítica para los trabajadores, que “los estancieros de la zona se reunieron con el objeto de resolver la pérdida del poder adquisitivo del salario, encontrando la oposición de un solo estanciero”.
El artículo de La Vanguardia citó a “un funcionario que se plantó a los Menéndez”, por las condiciones de vida de los trabajadores desocupados que circulaban en cantidad por el territorio. En realidad, la jefatura policial había solicitado un informe al subcomisario de Piedra Clavada. Quien expuso “que los salarios de los establecimientos de campo eran de $100 mensuales para un ovejero y $80 para un peón de estancia e indicó que esos salarios eran los ‘establecidos en el pliego de condiciones del movimiento huelguista del año 1920 y aprobado en todas sus partes por los propietarios de las estancias, son los que rigen hasta hoy’. Habían pasado, entonces, diez años de congelamiento salarial sin tener en cuenta la carestía de la vida, sobre todo en Patagonia”.
En el informe, el policía sostuvo que “Existía en la zona de lago San Martín un pequeño campo fiscal que los lugareños denominaban ‘Campo de Pobres’, donde se alijaban con frecuencia trabajadores con sus tropillas de caballos…” (op.cit.).
