ste día, el navegante inglés James Cook dispone abandonar la exploración del interior cercano a la costa de Tierra del Fuego, para continuar con su recorrido austral.
Había arribado el 11 de enero “y los marinos comenzaron a quejarse del frío, recibieron un par de pantalones y una chaqueta de tela de lana tupida llamada ‘fear nought’ (también conocida como chaqueta magallánica) provista por el gobierno” (Guillermo Giucci. (Tierra del Fuego. La creación del fin del mundo).
La exploración fueguina contó con especialistas en distintas materias para obtener información que pueda resultar de utilidad. “Tanto Cook como el talentoso joven botánico Joseph Banks y el dibujante Sydney Parkinson registraron en sus diarios en enero de 1769, que los aborígenes haush de bahía Buen Suceso vivían semidesnudos en ese clima inhóspito y destacaron su pobreza, aunque ninguno se refirió de modo negativo a sus modos de vida. Básicamente describieron lo observado, sin duda filtrando y recortando la información por medio de ineludibles parámetros propios, pero sin elaborar consideraciones sobre el proceso de civilización”.
Algunas de las conclusiones de los expedicionarios situaban “a los fueguinos en una categoría intermedia entre la animalidad y la humanidad: los aborígenes no merecían ser calificados plenamente de seres humanos dado el escaso interés manifestado por todo lo extranjero. Hawkesworth representó a los fueguinos como los seres más miserables, desheredados y estúpidos de la Tierra, refiriéndose a semidesnudos ‘parias de la naturaleza’ que consumían su vida vagando por espantosos páramos helados. Ocupaban unas chozas indignas, de estacas y brezo, en las que penetraba el frío, la nieve y la lluvia. Y sin embargo, pese a la desposesión total de los bienes de la civilización, vivían de acuerdo a la naturaleza y parecían contentos con lo que poseían”.
Lo explicitó así: “Como sus deseos son pocos, ellos probablemente los disfrutan todos (…) posiblemente esto puede contrarrestar todas las desventajas reales de su situación…”
Pero el mayor interés estaba depositado en la búsqueda de vegetales que puedan aportar al conocimiento general y alguno que pueda resultar redituable. “Lo más importante era la investigación científica, y en Tierra del Fuego los naturalistas aprovecharon para coleccionar más de cien plantas y flores desconocidas para los botánicos del Viejo Mundo” (op.cit.).
Autor Bernardo Veksler
