ste día, el Segundo Triunvirato –integrado por Nicolás Rodríguez Peña, Antonio Álvarez Jonte y Juan José Paso- autoriza “a Enrique Torres para que en el bergantín ‘El Rastrero’, de bandera inglesa, se traslade al sur para dedicarse a la caza de lobos marinos en las Malvinas y las costas continentales” (Juan B. Yofré. Fascículo Malvinas. la historia documentada Tomo 1).
Los años posteriores a la decisión autonómica de las Provincias Unidas del Río de la Plata, fueron años de incertidumbre y gran inestabilidad política. Como muestra de ello, desde el 25 de mayo de 1810, se sucedieron: la Primera Junta, luego de la incorporación de los diputados del interior se transformó en Junta Grande; en 1811, el Primer Triunvirato; en 1812, el Segundo Triunvirato y luego, en 1814, el Directorio.
A pesar de esta situación crítica de los gobiernos criollos, que impedía la designación de una autoridad estable en las islas Malvinas, hubo decisiones políticas que exhibían una clara actitud de afirmación de la soberanía en el archipiélago, como herederos de la asumida por la corona española con el Virreinato del Río de la Plata.
La autorización a Torres, lo demuestra y alcanza mayor dimensión al tratarse de un navío de bandera inglesa.
Pero, ya la Primera Junta, a pocos días de asumir, el 30 de mayo de 1810, promulgó una resolución, firmada por el presidente Cornelio Saavedra y refrendada por el secretario Juan José Paso, por el cual canalizó un “trámite administrativo relacionado con un reclamo interpuesto por Gerardo Bordas, penúltimo gobernador (español) de Malvinas” (Ernesto J. Fitte. Crónicas del Atlántico Sur).
El otro jalón soberano ocurrió en 1820, cuando “David Jewett, oficial de la Marina argentina, tomó posesión de las Islas a bordo del buque ‘Heroína’ en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Ordenó izar el pabellón nacional en Puerto Soledad y prohibió la caza y pesca a buques extranjeros que no disponían de la autorización correspondiente. Este acto público de reafirmación de la soberanía fue presenciado por una gran cantidad de buques loberos y balleneros extranjeros y recorrió los periódicos del mundo, incluido el Times de Londres. Ni los norteamericanos ni los británicos se opusieron, ni realizaron reclamos” (Silvina Gutiérrez. vocesenelfenix.economicas.uba.ar/la-vida-argentina-en-malvinas-1820-1833).