ste día, la Subsecretaría de Salud Pública de la Provincia alerta a la población sobre los elevados índices de toxicidad que presentan los moluscos bivalvos, a los que considera alarmantes.
El nivel normal de toxicidad se encuentra en las 400 unidades. El 14 de febrero, la medición había alcanzado a las 70 mil unidades y, siete días después, a 200 mil unidades. La dependencia pública prohibió la recolección, comercialización y consumo de cholgas, mejillones, picorocos, lapas, berberechos, almejas, vieyras y ostras.
El titular de la Subsecretaría, doctor Eladio Somoza, puntualizó que los niveles descubiertos en la bahía Lapataia fueron de los más altos del mundo y altamente peligrosos. Los elevados índices detectados superaron a todas las marcas registradas hasta la fecha, como fueron las mediciones realizadas en el litoral marítimo ruso, donde alcanzaron como cifra récord las 150 mil unidades.
Luego, Somoza agregó que “las muestras recogidas en las bahías Ensenada, Bridges y Golondrina merecieron un estudio adicional por los sorprendentes valores que se detectaron; se dispuso realizar nuevamente el chequeo para dar a conocer con veracidad los datos de toxicidad”.
En octubre de 1972, murieron tres pescadores que se dedicaban a la extracción de cholgas en bahía Bell, de la isla Clarence, como primera manifestación del fenómeno en la zona austral. En 1981, se producen otros decesos por marea roja en el seno Unión y caleta Cráter.
A fines de 1991, se ocasionaron varios casos fatales en la región de Magallanes, el fenómeno se extendió durante los primeros meses de 1992, hasta hacer la primera aparición de marea roja en el canal Beagle.
Un buzo de la zona explicó lo visto en una inmersión efectuada a principios de marzo de 1992 a unos siete metros de profundidad: “sólo se veía el fondo en algunos sectores y se parecía a una gran nube rojiza cubriendo el área” (Julio H. Vinuesa. Marea Roja en el canal Beagle – CADIC)
Las toxinas de la marea roja se generan en unos organismos pequeños, llamados dinoflagelados, que conforman parte de la dieta de los moluscos, y, junto con sus toxinas, quedan retenidos y se acumulan dentro de los bivalvos.
