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Este día, un contingente español comandado por Antonio de Biedma funda la Nueva Colonia y Fuerte de Floridablanca.
Las causas de la fundación fueron estratégicas, “con el fin de que los ingleses no piensen establecerse en la bahía San Julián”. Para evitar la acción de los piratas, se buscó un sitio interior, provisto de agua y reparo, a unos diez kilómetros de la costa. Que fue posible encontrar gracias a guías tehuelches.
El rey Carlos III decidió afianzar su presencia en la Patagonia y aliviar la situación crítica de los españoles. Pero, en cuatro años la colonia fue abandonada.
A algunos labradores de Castilla y León se les ofrecieron tierras como propietarios libres, además de arados, semillas de trigo y ración de alimentos, hasta que se afianzara la nueva población.
Veinticuatro familias arribaron a la zona en enero de 1780. En el momento de la fundación, Floridablanca contó con unos 150 habitantes, integrados por labradores, presidiarios, desterrados, militares, personal de maestranza y funcionarios.
A poco de establecerse, el hacinamiento y las deficiencias nutricionales provocaron una epidemia de escorbuto que causó la muerte de 37 personas.
La causa del fracaso de este poblamiento se centró en las carencias que sufrieron los colonos en su primer año, a pesar de los compromisos de la corona de abastecer de alimentos gratuitamente a los habitantes.
La colonia debía autoabastecerse de alimentos a través del cultivo de cereales y de la cría de animales, pero en el primer año tanto las producciones locales como el abastecimiento fueron insuficientes y obligó a los colonos a iniciar un trueque con los tehuelches, con quienes sostuvieron buenas relaciones.
La siembra dio sus primeros frutos en el tercer año, obteniéndose trigo, cebada, lechuga, nabos y otros vegetales. También pescaban, marisqueaban y cazaban guanacos y ñandúes.
En agosto de 1783, Carlos III ordenó abandonar los establecimientos patagónicos ya que le resultaban muy onerosos frente a la guerra con Inglaterra y la insurrección de Túpac Amaru.
En 1784, el rey respondió a los pedidos de los colonos y puso fin a la experiencia, al decidir su traslado a otras regiones del imperio.