n una carta fechada este día, firmada por E. A. Holnberg (h) y dirigida al encargado de bosques, Antonio Snaider, se hace un cuestionamiento al trato dado por los vecinos a los bosques nativos de la capital fueguina, que documenta una temprana inquietud por el sentido utilitario de los pobladores que entraba en conflicto con la naturaleza.
El autor de la misiva sostuvo que en “los alrededores de Ushuaia y recordando mi última visita a Tierra del Fuego, noto que los terrenos donde el bosque ha sido entregado a la explotación se suelen presentar desprovistos en absoluto de árboles. Esta especie de “limpiones” es frecuente allí” (Arnoldo Canclini. Ushuaia 1884 -1984).
Holnberg describió: “Toda la extensión del bosque cortado a los fondos de las casas que tienen su frente sobre la calle Gobernador Godoy, fondos que se extienden hasta las morenas de los corros vecinos, la extensión próxima a la cárcel, la que ha sido trabajada a la izquierda del camino que de Ushuaia va a la cascada del Río Grande y otros puntos semejantes, tales son los que motivan esta consulta. Porqué no se ven árboles nuevos en esos lugares? Porqué ha sido todo cortado? (…) se ha producido un verdadero perjuicio a los mismos pobladores de Ushuaia”.
En el último párrafo de la carta se enumeraron una serie de interrogantes: “Son convenientes esos cortes totales? A que se deben? Se cumple estrictamente el artículo 18 inciso f? Se tiene en cuenta el inciso A de las instrucciones para explotaciones, publicadas en el pliego de condiciones?”.
El firmante no indicó si ostentaba algún cargo, no obstante, en su saludo final incluyó una frase de tono imperativo: “En espera de su pronta contestación”.
Tres años después, el Senado de la Nación sancionó una norma que tomó en cuenta “que la Dirección General de Agricultura y Defensa Agrícola, manifiesta la conveniencia de que se incluya en la reserva forestal dispuesta por Decreto de 9 de Agosto de 1913, a los bosques del Territorio de la Tierra del Fuego” y convalidó formalmente la inclusión de la masa boscosa fueguina en esa reserva.
A pesar de las sucesivas normativas que intentaron poner un freno a la disminución de los espacios ocupados por los bosques nativos, el avance de la urbanización y la explotación maderera siguió consumando su deterioro durante décadas.