l marino inglés William Smith arriba en estos días a las islas Shetland y se adjudica el descubrimiento del archipiélago antártico.
Este logro fue durante muchas décadas aceptado como un hecho indiscutible. Pero, en la segunda mitad del siglo XX se generaron controversias. Surgió documentación que puso en duda que Smith efectivamente haya sido el primero en pisar esas playas.
Para la misma fecha, “otros dos marinos se preparaban a disputarle el cetro, y a uno de estos – capitaneando un barco argentino- será a la postre quien le corresponderá llevarse la palma en tan singular competencia” (Ernesto J. Fitte. Crónicas del Atlántico Sur).
El primer indicio de la pérdida de ese galardón por parte de Smith, fue aportado por la sobrina del marino norteamericano Nathaniel Brown Palmer, quien redactó una monografía donde relató que, en ocasión de haber desembarcado en las Malvinas para aprovisionar de huevos al bergantín ‘Hersilia’, apareció el barco argentino ‘Espíritu Santo’ y Palmer le cedió parte de lo que había recolectado. Agradecido, su capitán informó entonces “que se hallaba en camino hacia un maravilloso lugar donde los lobos y las focas vivían por millares, rehusando no obstante proporcionarle detalles más precisos sobre la posición geográfica del sitio”.
Los norteamericanos siguieron la estela dejada por el barco, pudieron llegar al “interior de un protegido fondeadero de cierta isla del conglomerado de las Shetland –que originalmente se llamó Monte Pesca y al presente isla Smith-, el ‘Hersilia’ dio alcance al ‘Espíritu Santo’, al cual sorprendió en pleno trabajo de estibar cueros de focas (…) ayudado por la tripulación del buque de Buenos Aires, que no salía de su asombro (…) el pesquero norteamericano cargó 10.000 pieles finas, y retornó en dirección norte”.
Según cálculos de Fitte, el encuentro de ambos navíos debió consumarse a mediados de octubre de 1819, simultáneamente con el arribo de Smith.
Corroborando este dato, el 27 de febrero de 1820 “la capitanía de nuestro puerto registraba la entrada del ‘Hersilia’, procedente de la isla de los Estados”.
Otro barco argentino ya venía explotando el recurso desde, al menos, 1818. El bergantín ‘Director’, comandado por Pedro Nelson, del síndico Juan Pablo Aguirre lo hacía desde antes. En febrero de 1818 solicitó permiso para desarrollar su actividad en islas “del Polo Sur” (op.cit.).