oniendo en jaque al sentido común, un colectivo abandonado ha pasado a formar parte del paisaje escénico de la Ruta Nacional 3, justo frente al idílico Valle de Tierra Mayor.
Allí yace un nuevo atractivo escénico del arte moderno, o quizás un intento postmoderno de arte instalativo al aire libre. Se rumorea que está esperando ser reclamado por su propietario, perdido quizás en una larga meditación sobre el futuro del transporte público, ahora desregulado por el gobierno nacional.
Mientras tanto, el colectivo sirve como obstáculo visual, punto de referencia (Che, dejemos el auto pasando el colectivo abandonado, por ejemplo), y ocasional refugio de ciclista que no llegan a pasar la noche en Ushuaia.
Al fin y al cabo, ¿a quién le importa un colectivo abandonado dentro de un paisaje tan hermoso?
