os complace confirmarles que no cesa la maravillosa costumbre de estacionar sobre las veredas. Está científicamente comprobado que la sensación de comodidad es tan contagiosa que muchos parecen olvidar que bloquear el paso es una contravención.
La ciencia sigue estudiando la sensación de vivir como si las leyes no existieran, ya que parece generar una descomunal dosis de endorfinas y un placer sin igual.
Estamos a punto de convencernos de que la única regla es que no hay reglas.
¿Y los peatones? Que se las arreglen.