ste día, en el marco de las Terceras Jornadas de Historia de la Patagonia, desarrolladas en Bariloche, Ana Inés Mallimaci Barral presenta el trabajo titulado “Y así me fui olvidando de irme”, donde analiza el proceso migratorio de ciudadanos bolivianos hacia Ushuaia y las dificultades sufridas en su radicación.
“La llegada de personas de origen boliviano comienza (…) a principios de los años ochenta” con la “construcción de las fábricas, la necesidad de nuevas viviendas y la inversión estatal en obras públicas” que generaron “una gran demanda de mano de obra” y el traslado de obreros, entre ellos “bolivianos que ya residían en nuestro país. La difusión de información sobre posibilidades de trabajo y los buenos sueldos, produjo la llegada de nuevos contingentes obreros.
La transformación en residentes fueguinos “toma sentido con la llegada a la ciudad de sus mujeres y familias (…) Lo femenino queda asociado entonces al hogar, a la permanencia…”.
La radicación tuvo su costo de ingreso. Las “opresiones vividas” estuvieron asociadas al prejuicio sobre los extraños, “los de afuera”, “los otros”. Expresado despectivamente en “términos del lenguaje corriente” como “bolita”, “indio”.
En Ushuaia, el discurso discriminatorio privilegió a los bolivianos, al considerar que ser “un buen migrante es colaborar con la construcción fueguina, pero luego retirarse hacia las ciudades de origen”. Son un “problema” cuando “se convierten en residentes”. Permanecer en la ciudad “aparece como un acto de intromisión ‘extraña’ (…) Las personas de origen boliviano, y quienes lo ‘parecen’ son así sospechadas de permanecer en un lugar ‘indebido’, que no les corresponde” y provoca ‘malestar’ cuando se convierten “en competidores, sin ‘merecerlo’, de los vastos recursos estatales (vivienda y salud especialmente) ofrecidos en Tierra del Fuego”.
Luego, “el conflicto es vivido como una lucha por el espacio”. Se considera que Ushuaia está en “crisis habitacional” como producto “de las sucesivas migraciones a la ciudad. Por primera vez en su historia existe la sensación de que ‘ya no hay lugar’ (…) el conflicto se acrecienta y reproduce en torno a la vivienda y el espacio” y los bolivianos son “acusados de ser los principales creadores de asentamientos irregulares de viviendas lo cual es negado por las estadísticas y la simple visita a los asentamientos” (op.cit.).