Una nutrida expedición parte en busca de la ciudad encantada
EL 8 DE NOVIEMBRE DE 1604

Una nutrida expedición parte en busca de la ciudad encantada

08/11/2024
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lrededor de esta fecha, el gobernador Hernando Arias de Saavedra parte de Buenos Aires con el propósito de encontrar la Ciudad Encantada de los Césares, que versiones de la época la ubicaban en territorio patagónico.

La obsesión de los españoles por hallar riquezas, llevó al gobernador a encabezar un contingente de ochocientos hombres, mil caballos y ochenta carretas tiradas por varias yuntas de bueyes y cargadas de provisiones.

Arias de Saavedra pretendía “hallar la Ciudad Encantada de los Césares; la expedición llegó a las proximidades de Neuquén a través de una marcha agobiante por las Salinas Grandes, calcinantes desiertos y regiones desoladas, enfrentándose en ocasiones con indios hostiles”. Fue capturado por nativos tehuelches,  luego de haber recorrido unos mil kilómetros hacia el sur, aunque pudo escapar con vida (Roberto Hosne. Patagonia. Leyenda y realidad).

“La vana búsqueda no halló otra respuesta que la falta de una orientación para arribar” a ese objetivo fantástico, “pero en ningún momento se dudó de su existencia”.

La certeza de que esa magnífica urbe existía, fue alimentada por las sucesivas expediciones que pudieron tomar contacto con los nativos, a quienes indagaban obsesivamente sobre sitios donde descubrir riquezas. Se cree que las dificultades idiomáticas favorecieron la aparición de respuestas que encuadraban con las fantasías de los forasteros. 

La leyenda de la Ciudad Encantada “se originó en el relato de los alucinados sobrevivientes de la incursión capitaneada por Francisco César, quien fuera enviado unos 65 años antes por Sebastián Caboto para situar la mítica Sierra de la Plata. Según informaron a Caboto, la ciudad que dijeron descubrir tenía características similares a Trapalanda; desde entonces se organizaron varias expediciones -algunas procedentes de Chile- hacia” esa “imaginada fuente de riqueza que podría compararse con la de Perú. Así adquirió visos de realidad una leyenda que enfebrecía la mente de los conquistadores” (op.cit.).

Trapalanda -así como Eldorado- fue la creencia de los conquistadores de la existencia de una ciudad plagada de riquezas. Esto impulsó infinidad de expediciones y cada uno de los que se empeñaron en encontrarla, la amoldaron a sus sueños.

A la expedición de Arias de Saavedra siguió la del cura Nicolás Mascardi (1669), y la del inglés John Narborough (1670), quien le dio nombre a Puerto Deseado.

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