ste día, Louis-Ferdinand Martial parte de Ushuaia para continuar con la exploración del archipiélago. Había acudido a mitigar una epidemia de tisis en la Misión Anglicana, que afectaba principalmente a los niños nativos. Thomas Bridges había solicitado la asistencia de los médicos franceses de la Misión al Cabo de Hornos, ante la cantidad de casos y las carencias para enfrentar la enfermedad.
El doctor “Hyades había (…) indicado las medidas más eficaces para combatir esa afección, y el Dr. Hahn” asistió también, “los medicamentos de que pude disponer (…) contribuyeron a detener la marcha de la enfermedad” (L.F. Martial. Misión al Cabo de Hornos).
Mientras permanecieron en Ushuaia hicieron un relevamiento. El “doctor emprendió largas excursiones y recogió numerosos objetos de historia natural, siendo muchos de ellos peculiares a esta comarca. En varias ocasiones habíamos sentido la gran dificultad que teníamos de entrar en relaciones con los indígenas, por no conocer su idioma”. El aporte de un nativo que dominaba el inglés fue decisivo.
Comenzaron por la península ubicada al sur de la localidad, que pertenece a la misma formación que las islas que hemos visto en la parte oriental del canal. Esta península está unida a la costa por una pequeña lengua de arena de 250 metros de ancho y que está elevada sobre el nivel del mar solamente algunos metros. Ahora bien, los indígenas conservan todavía el recuerdo de una época en la cual sus piraguas podían pasar entre la península y la costa, en vista de lo cual se puede suponer reciente el solevantamiento que ha transformado la isla en península”. La isla “tiene una altitud media de 60 a 70 metros, y el suelo se compone de tierras margosas y de cascajo que descansan sobre rocas esquistosas, mientras la parte superior está formada por tierra suelta y turba y sembrada de pantanos y lagunajos. (…) en la costa sur de la península mana una fuente de aguas minerales, de sabor sulfuroso y ligeramente acidulado (…) El orificio de salida de esta fuente mineral está cubierto durante la pleamar, y a media marea se ven brotar de la roca esquistosa, en una extensión de un centenar de metros, una serie de venillas de agua que enrojece los guijarros sobre los cuales pasa”.
Los “mejillones y otros moluscos de concha son tan numerosos en este lugar como en las demás partes de estas islas” del Beagle.
