ajo el amparo de la denominada Ley Avellaneda y su liberalidad para las concesiones de tierras fiscales, este día Julio Popper recibe ochenta mil hectáreas, siendo la primera entrega territorial acordada para Tierra del Fuego.
La colonización y poblamiento del campo fueguino tuvo una directa dependencia de las leyes nacionales que se dictaron para fomentar la radicación de inmigrantes europeos en zonas inhóspitas u ocupadas por los nativos. En los sucesivos gobiernos pesó más la necesidad de ocupar estos espacios territoriales y subestimaron las magnitudes que se concedían.
La ley 817 de 1876 fue la que propició esta modalidad, complementada por la reglamentación de su artículo 104, efectuada en 1884. Esas normas planteaban un límite de diez mil hectáreas por concesionario y por un plazo de ocho años, quedando en poder del estado la rescisión del contrato en cualquier momento por razones de colonización de la zona (Juan Belza. Revista Karukinka N°19 y 20).
Por esta misma normativa, el mismo año, Manuel Podestá, Esteban Podestá, Ángel Aguilar y Ramón L. Cortés recibieron diez mil hectáreas cada uno.
Más adelante, en virtud de las leyes 1838 y 4343, se concedieron extensiones de tierras fueguinas a Tomás Bridges, quien en 1893 se benefició con veinte mil hectáreas en una segunda tanda de adjudicaciones. En 1894, Walter Brind Waldron arrendó 9.883 hectáreas y a Luis Piedra Buena se le concedió la isla de los Estados.
En 1897, Mauricio Braun arrendó diez mil hectáreas y José Menéndez adquirió ochenta mil. El grupo familiar del asturiano, en los siguientes seis años, tomó posesión de otras 162.685 hectáreas de tierras fueguinas.
El hecho de que el ingeniero rumano haya sido el primero en ser beneficiado por esas concesiones y que se haya excedido largamente el tope de tierras permitidas por la legislación vigente, demuestra el grado de influencia que poseía entre los factores de poder porteños que le permitía gozar de esa permisibilidad.
Esas tierras, le posibilitaron a Popper instalar el lavadero de oro en punta Páramo y considerarse a si mismo con poderes absolutos sobre toda la región. A tal punto que constituyó un ejército privado y reprimió a todo aquel que intentara penetrar en el área para extraer el rubio mineral.