lrededor de esta fecha, la Armada Argentina ocupa la isla de Thule, perteneciente al archipiélago de las Sándwich del Sur, y la tripulación del rompehielos General San Martín, que estaba realizando su primera campaña antártica, instala un refugio.
En medio de esa faena, un ingeniero alemán aseguró haber visto un extraño animal a unos cien metros de donde estaban trabajando. Al regresar al navío, entre comentarios risueños, se bautizó a la extraña criatura como el “Yeti de Thule”.
El incidente habría quedado como parte del anecdotario marinero sino se hubiera denunciado la reiteración del hecho.
En la campaña siguiente, se decidió ocupar por tres meses ese refugio. El destacamento estuvo integrado por el guardiamarina Ricardo Hermelo, Jorge Ahumada y Miguel Villafañe. Un día, Ahumada salió a hacer una patrulla de rutina y regresó corriendo dando cuenta que había visto al Yeti. Desde ese día se dispuso una patrulla diaria por las inmediaciones.
Una semana después, el mismo Ahumada regresó con la noticia de un nuevo avistaje de la misteriosa criatura, afirmando que en esta ocasión el monstruo se le había venido encima.
Esta vez los tres miembros del destacamento dieron con la bestia. Se aproximaron hasta unos cinco metros y fue allí que Hermelo, “al ver que el desconocido ejemplar, erguido mostraba sus colmillos buscando su acercamiento con una agilidad poco común, sin dudar más que un instante, comenzó a disparar sin interrupción el cargador completo de ocho tiros de su pistola. Al tercero o cuarto disparo, el animal de más de 2,30 metros de altura se detuvo, y lentamente se desplomó” (Todo es Historia N°366).
Una vez comprobado su deceso, los hombres se acercaron a analizar al extraño animal, “les llamó la atención la piel, de pelo corto negro y ligeramente plateado. Pero si bien existían diferencias con las focas conocidas, le encontraron semejanza con esa especie, salvo en la cabeza y las extremidades”, luego lo cuerearon para su estudio.
Al tener que desalojar la isla por una erupción, científicos de la nave intentaron identificar a la especie, determinando que se trataba de una foca peletera, especie extinguida a principios de siglo por la descomunal cacería a que fue sometida.
