unque pareciera que transcurrió un siglo, menos de 7 años nos separan de aquella imitación que el artista Martín Bossi realizara de Cristina Fernández en la que finalizaba su presentación arengando a sus seguidores parodiando la histórica frase “Hasta la Victoria Secret”, que a estas alturas seguramente todos sabemos a qué hacía referencia, a este episodio protagonizado ahora por el Presidente Milei de “Viva la Libertad Project” que nos sorprendió, al menos a algunos, y nos puso en boca de todo el mundo.
El tiempo transcurrió y la vida institucional de nuestro país tuvo un cambio diametral en la forma de interpretar a la política, precisamente bajo la bandera de la antipolítica.
Sí, aunque suene paradójico, en el ámbito de las decisiones, acciones y discusiones que tienen lugar en una sociedad para organizarla, donde se piensa cómo funciona el gobierno, cómo se hacen las leyes, cómo se asignan los recursos disponibles y cómo se resuelven los problemas en la comunidad, surgió el convencimiento, al menos de una mayoría, que llegó la hora de gobernar sin política.
Quizá esto, la falta de debate y de estrategias consensuadas, al menos dentro del espacio político oficialista, da lugar a la aparición de algo tan controversial como el alentar emprendimientos financieros virtuales, con una moneda meme que no tiene sustento en la economía real, para consolidar el crecimiento económico de Argentina. Desde una óptica sensata, si se nos permite el término, apostar por una moneda que se define como meme ya da como cierta duda, ¿no?
Al menos para nosotros, neófitos absolutos en esto del mundo cripto, al asociar algo que suena tan importante al tradicional meme de internet, que por definición es un contenido digital humorístico que combina imágenes, animaciones y texto con fines satíricos.
Pero bueno, seguramente hay otra definición más seria en el mundo financiero virtual que no alcanzamos a comprender.
Disculpe mi ignorancia diría Borges, pero cuesta entender cómo pasamos del préstamo hipotecario/prendario, plazo fijo, sistema francés/alemán, interés simple o compuesto al mundo de las criptomonedas y el pump and dump; staking; blockchain; stablecoin y demases indecifrables cuestiones para quien en realidad pretende hacer crecer su actividad y consecuentemente la del país con trabajo de verdad. Arriesgando capital y trabajo para producir bienes y servicios tangibles.
Mucho es lo que se escribe y opina en estos últimos días sobre lo ocurrido con lo que se conoce como “Libra-gate”, y seguramente mucho más es lo que leeremos y escucharemos. Vale mencionar que, como tantos otros episodios, este, de dimensiones planetarias, también tiene epicentro en las redes sociales.
Pero en esto de los impulsos por descollar en el mundo digital, origen de más de uno de los “elevados cruces intelectuales” a los que la dirigencia política y sus respectivos ejércitos digitales pretenden acostumbrarnos, surge el interrogante de la validación del sistema que eligió a la denominada “galaxia digital” como el medio para discutir cosas serias, dando lugar a una acabada muestra de estupidez.
Y precisamente sobre este aspecto es que nos referiremos a un artículo que parece muy oportuno reseñar en estas líneas, donde la estupidez queda definida, según David Brooks, como un comportamiento que ignora la pregunta: ¿Qué pasaría después?
“Si alguien se te acerca y te dice: Creo que voy a dar un paseo en una tormenta eléctrica con una antena de cobre en la cabeza, la estupidez responde: ¡Me parece una idea estupenda! La estupidez es la tendencia a emprender acciones que te perjudican a ti y a la gente que te rodea”.
Brooks sostiene que a la luz de su experiencia puede reseñar seis principios fundamentales sobre el particular, a saber:
Principio 1: la ideología produce desacuerdo, pero la estupidez produce desconcierto. Cuando la estupidez tiene el control, sostiene el profesor de literatura Patrick Moreau, las palabras se desatornillan “de su relación con la realidad”.
Principio 2: la estupidez suele ser inherente a las organizaciones, no a los individuos. Cuando creas una organización en la que un hombre tiene todo el poder y todos los demás tienen que adular sus ideas preconcebidas, el resultado seguro es la estupidez. Como dijo el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer “Se trata prácticamente de una ley sociológico-psicológica. El poder de uno necesita la estupidez del otro”.
Principio 3: quien se comporta estúpidamente es más peligroso que quien se comporta maliciosamente. Las personas malintencionadas al menos tienen un sentido preciso de su propio interés, lo que podría frenarlas. ¡La estupidez se atreve mucho! ¡La estupidez ya tiene todas las respuestas!
Principio 4: quien se comporta estúpidamente no es consciente de la estupidez de sus actos. Es posible que hayas oído hablar del efecto Dunning-Kruger, según el cual las personas incompetentes no tienen la capacidad de reconocer su propia incompetencia.
Principio 5: es casi imposible oponerse a la estupidez. Bonhoeffer señala: “Contra la estupidez estamos indefensos”. Como las acciones estúpidas no tienen sentido, invariablemente son una sorpresa. Los argumentos razonables caen en saco roto. Las pruebas en contra se pasan por alto. Los hechos se consideran irrelevantes. Bonhoeffer continúa: “En todo esto, la persona estúpida, en contraste con la maliciosa, está totalmente satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al pasar al ataque”.
Principio 6: lo contrario de la estupidez no es la inteligencia, es la racionalidad.
Estas líneas hicieron que reflexionemos sobre la necesidad de volver al ejercicio genuino de la política, donde debe privar la capacidad en la búsqueda de consensos por sobre las “guerras santas” para eliminar a quien piensa distinto. Así que, aunque suene idiota vamos a permitirnos finalizar replicando algunas palabras del Presidente de La República para anticipar a todas las ratas inmundas de la política ( y sus respectivas “hinchadas”) que quieren aprovechar esta situación para solo hacer daño que, aunque unos las hayan desvalorizado y otros pretendan hacerlas desaparecer, nuestra República se basa en el correcto funcionamiento y respeto de sus Instituciones, instándolos a comenzar a interactuar de manera adulta y racional (que sería lo contrario a la estupidez), erradicando para siempre tanto el “Hasta la Victoria Secret” como “La Liberad Project” , si no quieren que “aumente nuestra convicción de sacarlos a patadas en el culo”.
(*) El Comité Editorial está conformado por un grupo de periodistas de EDFM. El desarrollo editorial está basado en su experiencia, investigación y debates sobre los temas abordados.