l vicepresidente de Irán, Shahram Dabiri, sí que le congelaron su carrera política. Cuando descuidadamente posó junto a su esposa frente al crucero de lujo Plancius, en el muelle de Ushuaia, no alcanzó a figurarse que su recuerdo de vacaciones sería ni más ni menos que su pasaje de regreso… a casa. Su Titanic.
Destituido de su cargo mediante un simpático comunicado, allá irá Don Dabiri a actualizar urgentemente su LinkedIn. En tanto, los sufridos iraníes se siguen preguntando por el dinero que habrá costado ese crucero, mientras hacen cola para comprar combustible subsidiado.
Y así, el viaje épico concluyó con la decisión del gobierno -que hasta hace 15 minutos integraba-, de que Shahram necesita pasar más tiempo con su familia. Un despido aún más épico.