Violenta tempestad deja a los tripulantes al borde de la asfixia
EL 10 DE ABRIL DE 1765

Violenta tempestad deja a los tripulantes al borde de la asfixia

10/04/2025
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ste día, los 193 sobrevivientes del “Purísima Concepción”, que lograron construir una nueva embarcación que bautizaron “San José y las Ánimas”, se ven sometidos a “una fuerte tempestad del Suroeste que los arrastró cerca de la costa patagónica. Las olas barrían la cubierta embarcando agua por los tablones aflojados. Como no podían dejar las escotillas abiertas, los que iban bajo cubierta sufrían el horror de los bandazos, mojados, descompuestos y casi asfixiados por la falta de aire” (Enrique Inda. Los sobrevivientes del Estrecho).

Por suerte, el día siguiente la tormenta disminuyó su virulencia “permitiendo ventilar la bodega y reparar las averías”. En esa circunstancia, uno de los marineros, el “11 de abril de 1765: a las diez y media de la noche se nos cayó al agua Francisco de Torres y no se lo pudo recoger por la fuerte marejada”, según escribió el capitán en el diario de a bordo.

El “Purísima Concepción” había naufragado el 10 de enero en la zona de la caleta Falsa, en la costa oriental de Tierra del Fuego. Había partido de Cádiz y su destino final era el puerto peruano de El Callao. Durante casi tres meses se empeñaron en la dura tarea de reciclar los despojos del navío siniestrado y complementar con maderas fueguinas la construcción de un nuevo barco, en un improvisado astillero que con mucha voluntad lograron erigir.

Esta experiencia no sólo constituyó la primera residencia de pobladores europeos y la primera construcción de una embarcación en tierra fueguina, sino que también se convirtió en una experiencia de pacífica convivencia con los nativos haush, que habitaban esa zona de la isla. Durante los ochenta días de vecindad hubo un trato cordial y cooperativo entre esos representantes de dos culturas tan dispares.

“Desde el aciago día de la encalladura, gracias a la tenacidad del Capitán Don José Joaquín de Ostolaza y el rudo trabajo de tripulantes y pasajeros, no sólo salvaron provisiones y herramientas, sino que además” construyeron “una pequeña goleta que en sólo 23 días de milagrosa navegación dejó a salvo en Buenos Aires a la totalidad de los náufragos, menos tres que murieron en el viaje. Entre los salvados se encontraba Manuel Moreno Argumosa quien sería luego el padre de Mariano Moreno, el Secretario de la Primera Junta de 1810” (op. cit).  

 

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